Quería comprarle un tanga a su mujer y se hizo rico.
Dicen que con la vergüenza, ni se come ni se almuerza. Pero este no es el caso. A Roy Ramond le gustaba regalarle a su mujer algo de lencería sexy de vez en cuando. Pero tenía un problema. Sentía una vergüenza infinita cada vez que entraba en una tienda para buscar un conjunto bonito. ¿No